Van un CM (Community Manager), un SEO y un SEM a una discoteca. Después de hacer el debido checkin en Foursquare se acercan a la barra y se encuentran en un rincón a una rubia despampanante, de esas de las que sin escribir un solo tweet llegan a pasar los 10.000 followers.

El caso es que entre los tres llegan al consenso de que una conversión con «la rubia» sería un verdadero empujón a su reputación individual. Quien sabe, incluso podría merecerles una portada de SERPS…

Por deferencia, al ser el último que llegó al grupo -y quien siempre dice que tiene mucho que demostrar-, dejan al CM vía libre. El tipo se acerca, empieza a escuchar el entorno de la rubia y a averiguar con quién habla, con quién se mueve y qué intereses le motivan. Luego pasa a hacerse el simpático con todas sus amigas intercambiando experiencias y comentarios sobre el resto de gente de la discoteca.

Las amigas no tardan en hablarle bien a la rubia del CM y… ¡magia! A falta de 1 hora para cerrar el local la rubia se dirige al CM y empiezan una apasionante conversación. Comparten teléfonos, Facebook, fotos e incluso alguna carpeta personal de Dropbox. La noche acaba para el CM sin conversión, pero con una amiga y confidente para toda la vida…

Tras las mofas oportunas acuerdan que al día siguiente probará suerte el SEO. El pobre lleva ya varias enfermedades seguidas en las que se le llegó incluso a dar por muerto y nadie le da muchos telediarios más. El SEO sonríe triunfal, le han dado un día entero para preparar el terreno…

La discoteca abre con novedades al día siguiente. Las columnas están decoradas con fotos del SEO bajo las cuales un cartel cita «Este tío mola». Los temas que pincha el DJ esta noche van agregando la misma coletilla cada pocos compases. Incluso los cócteles estrella de la noche hablan del tema.

La rubia acude a ver al CM, su nuevo mejorísimo amigo y se encuentra con semejante panorama. Pide su Martini habitual al camarero, el cual lleva una camiseta con el mismo cartel y que no duda en repetir «Este tío mola» señalándole continuamente. Esta nueva noche transcurre para la pobre chica con una secuencia de chavales mal pagados y con un dominio dudoso del español que se le acercan contándole lo mucho que «mola el SEO», ese chico que vendrá más tarde. La conversación es monótona, eso sí, la variedad de frases para expresarlo es enorme, ninguno aporta historias duplicadas.

Horas después de empezar la noche aparece el SEO, tranquilo, dispuesto a recoger los resultados de su gran inversión (por la que ha tenido que volver a hipotecar su casa). Lleva una camiseta negra que repite 200 variaciones de la expresión «yo molo». Nada más entrar en el local se le acerca la rubia corriendo y le comenta al oído: «Me han dicho que tú molas». El SEO, lleno de orgullo y satisfacción contesta «Si, yo molo» y así transcurren las siguientes horas. Sin duda el SEO acabó molándole a la rubia pero hablaba tanto de sus propias bondades y de sí mismo que la rubia no acabó convencida del todo. «Quizás en alguna segunda o tercera revisita», dijo antes de irse…

Lástima, el SEO solo disponía de esa noche. Ahora le tocaba el turno al SEM, quien se despidió gritando: «¡¡Molar siempre ha sido una keyword con mala conversión!!»…

Empezó la noche siguiente y el SEM apareció con sus mejores galas: con su mejor traje de Gucci y el móvil más caro y eficiente del mercado conectado a varias cuentas de Ads a la vez. Esperó en el rincón donde siempre se situaba la rubia, una posición bastante destacada por la que necesitó pagar más de 500€/h al camarero. Una vez ahí, se limitó a esperarla.

La rubia apareció al cabo de un rato y se sentó en su sitio de siempre. Sorprendida se quedó mirando al SEM, el cual, con la mayor naturalidad del mundo comentó, «A ver, vayamos al grano, ¿Cuánta pasta voy a tener que soltar por cada minuto de tu tiempo?»

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